Pedro Chaskel: bucear en la realidad del Cineclub universitario, y la revista Séptimo Arte


En una extensa conversación con Pedro Chaskel, nos aventuramos a hablar sobre su historia y de los aportes que ha brindado al cine chileno. Además, revisamos ciertos acontecimientos históricos como la creación del Cineclub universitario y la revista Séptimo Arte, hechos que nos llegan de una manera especial, puesto que con la re inauguración del Cineclub el año 2009, y la continuación de la revista con este Nº4, podremos vislumbrar los ideales y espíritu que hay detrás de las aspiraciones de estas dos nuevas instancias que intentan simplemente, hablar de cine y sobre el cine.

Pequeña Revisión histórica de nuestro Pedro Chaskel

A mediados de la década del 50 en Chile, un grupo de estudiante de la carrera de arquitectura y de otras carreras de la Universidad de Chile, con una apasionante inquietud hacia el séptimo arte, fueron quienes después en la historia del cine nacional como en la Latinoamérica e incluso en el mundo, serían reconocidos por sus trabajos y aportes en la cinematografía. Parte de lo que sería llamado el nuevo cine chileno, dentro de lo que se estaba gestando en nuestro continente como el “nuevo cine latinoamericano” de aquella época.
Uno de los personajes importantes que fue parte de esta nueva generación de realizadores que fueron forjando trayectoria a través de las décadas posteriores, es Pedro Chaskel Benko, nacido en Alemania en 1932, quien con su familia emigro a Chile en 1939, y estudia Arquitectura entre los años 1951 y 1954. En 1955 fue fundador y director del Cine Club de la FECH, en la cual se perseguía mostrar importantes filmes de las principales tendencias cinematográficas y que no pasaban por la cadenas de cine comerciales, películas pertenecientes al Neorrelismo Italiano, Expresionismo Alemán, Realismo poético Frances, etc..
Pedro Chaskel se desempeño en los diversos roles de la realización documental como director, montajista, productor, entre otros. Sus primeras experiencias con el cine la tuvo en los años 50 con unos cursos que dicto el sacerdote Rafael Sanchez, y, colabora como asistente de producción, dirección y montaje en el largometraje de ficción Tres Miradas a la Calle (1957) dirigido por Naum Kramarenko. Colabora con Sergio Bravo en día de organillos, (1959) y como camarógrafo en Parkinsonismo y cirugía (1962), y de la musicalización de Imágenes de antártica (1957/1959).
Una vez en la Dirección del Departamento de Cine de la Universidad de Chile, realiza los documentales de denuncia como Aquí vivieron (1962), Aborto (1965) y Érase una vez (1965), Testimonio (1969) y Venceremos (1970), títulos que lo consagran como unos de los cineastas más destacados del documental militante. Es en este período donde, ya como académico, forma a los nuevos realizadores, entre ellos, Miguel Littin quien tras filmar El Chacal de Nahueltoro le solicita a Chaskel que realice el montaje de la misma.
Tras los hechos sucedidos por el golpe de Estado de 1973, se ve obligado a salir del país y se radica en Cuba, donde llega a trabajar en el conocido Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC)




Cineclub ayer y hoy


El Cineclub de antaño se afirmaba en aspiraciones románticas que ciertos admiradores del cine tenían. Chaskel y sus compañeros idealistas emprendieron y crearon un lugar en donde las personas que no tuvieron la oportunidad de ver las películas en un gran cine, pudieron disfrutar de una que se salía un poco de las carteleras tradicionales, y además, conversar, escuchar, pelear, buscarle la quinta o la sexta pata al gato del significado de lo que veían. El Cineclub fomentaba la discusión y aspiraba a un público interesado en el lenguaje, en los temas, y al final, en el cine. La orientación en la selección de las obras que pertenecían a las distintas muestras, iban enfocadas a una reflexión más allá de saber qué querían decir los directores en sus filmes, sino que aspiraban a una discusión que se escape de las película en sí, que las personas que recurrían a la instancia debatan en torno a las temáticas, o que simplemente, a la vuelta de sus casas, o antes de irse a dormir, les quede una inquietud. Se podría decir que la actividad más importante del Cineclub no era simplemente el visionado, para eso existían otros lugares y momentos, como el de la sala de cine comercial.
La gestión del Cineclub de antaño hoy en día es irreal e innecesaria, quién se podría imaginar en el 2010 a un joven acarreando por las calles de Santiago kilos y kilos de rollos de 35 milímetros, o necesitar de una buena relación con distribuidoras de gran calibre para que cedan las películas. Hoy existen miles de películas que se consiguen en nuestras propias casas, la oferta de títulos es grandísima, lo que permite infinitas oportunidades de temáticas para distintos ciclos. A pesar de las diferencias que se pueden encontrar en las prácticas para llevar a cabo la existencia del Cineclub, lo que sí hay que recalcar, es que los ideales del de antaño con el de hoy son similares: apelar un público inquieto, y más que ver películas, digerirlas, pensarlas. A esta motivación, se le suma la idea de mostrar películas que los organizadores del Cineclub de los 60 creían e intuían que eran de calidad, y que en la oferta de filmes en la rotación comercial no tenían mucha cabida. Chaskel nos cuenta que el libro de Georges Sadoul (“Histoire Générale du cinéma”) les sirvió para tener un referente que los guíe en las muestras, puesto que en ese libro existe un listado de las mejores películas, según su autor, que sentían la necesidad de mostrarlas y, como bien sabemos, esas películas muchas veces se escapan de las tradicionales. Cuando encontraban algún título de aquellos en los catálogos de las distribuidoras era un hallazgo antropológico, en palabras de Chaskel, y había que mostrarlo.
Hoy en día existe una inquietud similar, porque si quieres ver una película famosa, entretenida, hollywoodense, o con grandes directores y actores, existen varias maneras de hacerlo. ¿Pero en qué momento se ven las películas independientes, de las cuales en Chile son varias y no son conocidas?



Revista Séptimo Arte: un legado vivo


Pedro Chaskel es una persona inquieta, incluso hoy en día donde se le pueden ver los años pasar en su vivo rostro. Esta afirmación es una realidad que sin lugar a dudas forma parte en el Chaskel de aquellos años, puesto que las cosas que hizo e inauguró no son pequeñas. El Cineclub y el “Cine Experimental” son dos grandes momentos que quedarán en la historia del cine chileno por siempre, y en especial las obras que en aquel centro se llevaron a cabo. Pero una de las razones más importantes que nos convoca hoy, es la creación de la revista “Séptimo Arte”, un proyecto que no debemos menospreciar.
En los años 60 la literatura que hablaba de cine era escasísima, no había mucho más que los comentarios de cine más o menos faranduleros de la revista “Ecran”, o las críticas poco apreciativas de los diarios y revistas. Para Chaskel era necesaria la existencia de una revista que hable de cine sobre el cine. Que reflexione en palabras abiertas sobre esto como un hecho artístico serio. A modo de anécdota, en un principio los fundadores de la revista no se atrevían a escribir mucho, puesto que eran simples entusiastas y admiradores del séptimo arte, por eso copiaban artículos de algunos manuscritos que llegaban por coincidencia de mano en mano. Pero eso no era lo más importante, no se trataba de hablar doctamente de cine como un arte complejo y elevado, sino que llegar a un público que no sepa mucho, pero que se interese y tenga la inquietud de saber más. Los temas que se tocaban no apelaban al público cinéfilo, sino que querían llegar a un lector que finalmente entienda las cosas que se digan.
Algunas coincidencias existen en la misión de la revista con la del Cineclub. Hoy en día existen miles de maneras de saber lo que significa o de las cosas que pasan en y alrededor del cine, pero en aquella época los medios en general no hablaban mucho, y de lo que poco que se decía, nuevamente trataba sobre las mismas películas de siempre, tradicionales y con rotación comercial. La idea era también escapar de aquel vicio, y hablar de lo que no se conocía, de lo que no se encontraba fácilmente.
Por diversos motivos la revista expiró y hasta el día de hoy no existe. El tercer número salió a principios de los años 60. El número 4 sale hoy, en el 2010. Y aquí está, con el mismo romanticismo y aspiración de continuar, de hablar de lo que no se habla, y de llegar a todos los que en algún momento de sus vidas se inquieten con el cine desconocido, pero no por eso malo y aburrido, sino que todo lo contrario, distinto, interesante y por qué no, más real de lo que creemos.




Chaskel vigente


Pedro Chaskel tiene mucho que decir sobre nuestra incipiente industria audiovisual, sin duda es un pionero del cine chileno y un referente a la hora de hablar de lo que fue y lo que viene. Se puede hablar, tal como lo hicimos con él, de montaje, del documental, de la ficción, del ritmo, de las nuevas tecnologías que invaden las prácticas del cine hoy, de anécdotas, de viejos cineastas, de historia, etc… para efectos de nuestra revista, lo que nos dice Chaskel es fundamental, casi norma, como si fuera un muy buen consejo por parte de un sabio. De alguna manera podemos encontrar en la inquietud que tiene Pedro sobre las películas una comparación que se equipara un poco con el espíritu de los que hacen del cine una forma de vida y que para él, no ha cambiado mucho. La revista, a pesar de no ser lo mismo que hacer películas, sí es una práctica que se involucra y forma parte del mundo del cine y de su quehacer, por lo tanto debiera tener ciertas concordancias con el espíritu de llevar a cabo una obra audiovisual. De esta manera, creemos que lo ideal es que con el cine, y en sus variadas oportunidades, podamos “bucear en esta realidad, y descubrir lo que hay detrás de la fachada”…