La Quemadura aún arde



La Quemadura (2009)
Dir. René Ballesteros

No hay para qué aparentar, no es necesario transparentar aunque a algunos pueda molestarles. "La quemadura" se muestra tal cual es, sin siquiera una pomada que pueda apaciguar su ardor. Y no es que Ballesteros busque matar y rematar aquella herida y presentárnosla como un melodrama barato basado en su vida, no , este director muy por el contrario nos devela desde su sinceridad fílmica, un documental cercano que difícilmente puede a alguien dejar indiferente.



Una llamada telefónica nos remite al pasado, 1982, una madre que se va sin razón aparente a Venezuela dejando tras de ella a dos pequeños niños (René y Karin). Hoy René, a través de esta película, intenta dilucidar los laberintos creados por aquella ausencia de tantos años. Karin por su parte realiza una investigación sobre Quimantu, editorial nacionalizada durante el gobierno de Allende y férreo ejemplo del proyecto social que representaba la Unidad Popular. El recuerdo de aquellos libros, hoy buscados como reliquias por los coleccionistas, son quizás el único cable que conecta a estos dos hermanos con su lejana madre, quien participaba de aquel proyecto años antes a su partida. Pero la investigación revela que de aquello poco queda, la dictadura de Pinochet se encargó de matarlo de raíz, quemó libro por libro, hoja por hoja, palabra por palabra… formó aquella ceniza que el film intenta al menos reconstruir para valerse del recuerdo y poder responder las demás interrogantes.

Es preciso decir que Ballesteros no toca de manera directa el tema de la dictadura, al menos no es preponderantemente el exilio político (suponemos, pues a pesar de ser incógnito no hace hincapié en esto) el detonante del abandono de su madre: el acento queda marcado en su relación familiar, en los rasgos personales. Ahora bien, aunque no se trate de una relación explícita, podemos inferir un símil entre esta pequeña historia y el proceso que vivió y vive el país. Existe una metonimia implícita…

El tabú es un tema que cruza el documental y que se expresa esencialmente en las entrevistas realizadas a la abuela y al padre. Desde ocurrido el suceso se les ocultó la verdad a los niños, se les prohibió nombrar a la madre. Un intento desesperado por ocultar una llaga, taparla con una venda de conformidad que obliga a vivir en el silencio y no mirar de frente. ¿Suena familiar? Algo que debido al contexto, no es difícil transportar a la dificultad que tiene y ha tenido Chile para mirar su pasado… un país privado de la autorreflexión, que aún se resguarda con secretos para evitar de todas formas enfrentar su verdad. Ballesteros permite a través de su relato familiar(una primera capa) multiplicar la lectura hacia diversos fenómenos sociales. Rompe la barrera que su propia familia le ha impuesto, y explora las diferentes variables que le permiten a él y a su hermana comprender un poco más de su historia.

Vemos en definitiva en este documento una muestra de coherencia realmente valorable. Distintos formatos de cámara empleados (incluso cámaras pequeñas de foto) que lejos de perjudicar el estilo de la película, se acoplan al planteamiento general. Un dispositivo alejado de formalismos que se vale de lo disponible para contar la historia, consiguiendo por momentos una intimidad bastante interesante a pesar de la puesta en escena. De hecho este último punto pasa a segundo plano, pues como se devela al director como protagonista de un principio, y se opaca aquella usual transparencia, cada ruido e imperfección de cámara pasa a entrar en la coherencia fílmica del relato. Ballesteros -ganador merecido a "Mejor Director" en SANFIC 6- poniendo en escena su vida y la de su familia, logra el equilibrio para no forzar las situaciones. Mostrar lo justo y necesario, lo que le permite construir el relato adecuado para su película.