No existen malas películas… sólo in-com-pren-di-das


“Todo por nada” (1990)
Dir: Alfredo Lamadrid


Los ochenta por fin se habían ido y hasta se llevaron la dictadura, Chile todavía vivía en la austeridad, y nuestros supuestos recuerdos kitsch, los que siempre terminamos llamando “ochenteros”… cosa extraña por que son generalmente de los inicios de los 90. En su mayoría películas recicladas que se daban en las tardes de la televisión abierta como también en sus trasnoches.



También empezó a “resurgir” el cine chileno, que el público lo tiende a calificar como “rasca, resentido y garabatero”. Y es por culpa de esta estigmatización, que por más de 20 años el chileno ha evitado ver su cine… algo que Jovino Novoa va tener que revertir para que vayan a ver las películas de su sobrino Larraín.


Entre todo este cine estigmatizado, con locaciones de poblaciones y películas que nos hacían recordar el pasado reciente, Alfredo Lamadrid (según él, fundador de todo el concepto televisivo chileno en sus aclamados libros) filma una película con esa PASIÓN por el oficio que debe tener un hombre de televisión, a pesar de pasar gran parte en una mesa de dirección viendo esas cámaras donde podía algún día contar una historia de verdad, una historia para la pantalla grande, un drama de pasión como aquellos. Tal vez, desde sus primeros años de “éxito” y su rumorada amistad con el General Pinochet, ya maqueteaba ese guión, una mujer con el sueño de escalar en ese oscuro mundo de la farándula criolla.

¿Qué es capaz de hacer una mujer cuando sus sueños de fama y PODER son más fuertes que el amor o su familia?

Esa mujer con sed de PODER interpretada por Ana María Gazmuri, en un papel de una TREPADORA, un elemento clásico de la novela rosa y usado en la escuela más purista de las teleseries. Es mas: la historia universal nos dice que ya existían trepadoras en el imperio griego… un elemento clásico de nuestra cultura chilena. ¿Cuántas mujeres hijas del capataz se metieron con el latifundista viejo y terminaron siendo la colorida que montaba el caballo y mandaba azotar a los temporeros?. Un tema cautivador para la clase alta, ya que ese hombre de PODER, concede el cebo que hace traer a ese tipo de mujeres. Su meta es clara, tener una mujer a quien ponerle los vestidos caros y sacarla a pasear a sus cenas con otros oligarcas como si fuera un trofeo.

Con un elenco de todas las estrellas de la pantalla chica que Alfredo Lamadrid conocía (actores, músicos, celebridades y hasta pinochetistas), donde astutamente aprovecha las locaciones del canal, casas de algunos millonarios y eventos faranduleros donde tenía acceso para darle curso a su historia. Eso nos regala escenas de shoperías con sillas amarillas, desfiles con alta ambigüedad sexual, cameos hasta de Lolo Peña y Paul Diamond (“Lunita dame platita”). En especial esa magistral escena de cuando Ana María Gazmuri queda viuda, ya que su esposo traficaba NAPALM en el porta maletas y se queda dormido producto del gas sarín que llevaba (se dice que era un actor afgano)…. Simplemente una escena que fue un homenaje al concepto “muere el padre del protagonista” en la teleserie chilena.


Existen sabores en este film. Clichés que no podían faltar en este drama criollo, fiestas con todos los invitados haciendo el trencito, enamorados caminando por la orilla de la playa, el magnate mostrando sus caballos corredores, el estilo de baile de esa época tan casto que las cosas como el reggeton serían consideradas aberraciones pornográficas… un film que tal vez sin intención nos hace recordar ese mundo plástico, lleno de intentos de grandeza se quería aproximar al glamour internacional.

También podemos destacar la reiteración de usar la canción principal interpretada por Jose Alfredo “el Pollo” Fuentes -“Todo por Nada”- la cual el hombre de la voz caprina interpretaba todos los días en el programa “Éxito”, mientras la señora en la casa cocinaba un pastel de papas y subconscientemente se le incitaba a que asistiera al cine a ver este ¡drama de pasiones!. Estrategia de publicidad (en ese tiempo no se hablaba todavía de marketing) digna de William Castle.

Del final no me acuerdo, mi tarea se la comió el perro… pero hay que destacar la firmeza de Lamadrid de volver una película grabada en Betacam con demasiados clichés de teleserie, a un puñado de copias en cine que lograron 80.000 espectadores (según la contra tapa del VHS). Pensándolo…no dista mucho del cine convencional actual, ese cine nacional con sus pocas-muchas ambiciones.